Amenazas y peligros percibidos

La inteligencia emocional mejora nuestra calidad de vida: al sentirnos mejor con nosotros mismos, concretar nuestros proyectos y estar en armonía con los demás.

Peligros pasados y presentes

Si bien nuestra realidad dista mucho de aquella vivida en la prehistoria, sobre todo por nuestro estilo de vida y el acceso a la tecnología, nuestra biología es la misma.

Los peligros en la vida moderna son totalmente diferentes a aquellos de la prehistoria, sin embargo nuestro cuerpo aún continúa brindando el mismo tipo de respuesta que activa la amígdola cerebral: ¡Reaccionar rápido para sobrevivir!

Actualmente los detonantes que activan nuestra amígdala porque interpreta PELIGRO son:

  • ser objeto de condescendencia y falta de respeto;
  • recibir un trato injusto;
  • no sentirnos valorados;
  • tener la impresión de que no nos escuchan y
  • vernos sometidos a calendarios poco realistas.

Entonces ante la percepción de una situación de amenaza tendemos a reaccionar primero y pensar después, lo cual, en la mayoría de los casos, deriva en un inminente arrepentimiento.

Cómo funciona el cerebro cuando percibe una amenaza

El cerebro reacciona ante situaciones potencialmente amenazantes de dos maneras diferentes: la primera utiliza una vía rápida y la segunda una más lenta.

El tálamo recibe la información sensorial (excluyendo el olfato) y de ahí va a la amígdala, cerebro emocional, en 125 milisegundos (medio parpadeo). Este proceso veloz es denominado por Goleman como “camino bajo”. La amígdala compara esa información con la que tiene guardada en su banco de memoria y responde a la pregunta ¿es la situación peligrosa? En caso afirmativo da la orden al resto del cuerpo para que reaccione: luche o huya o se paralice.

No obstante, esta información también se envía al córtex prefrontal, el cerebro racional, pero tarda 500 milisegundos en llegar y es lo que se denomina “camino alto”. Allí se responde a la pregunta ¿hay razones lógicas para pensar que esto es peligroso? En caso afirmativo se lleva la información a la amígdala, centro de las emociones para que actúe. Caso contrario, el cerebro racional tiene el poder para frenar o vetar los impulsos de la amígdala pero es mucho más lento que el cerebro emocional. 

Entonces, como respuesta al entorno amenazante se disparan estos dos mecanismos. Sin embargo, el cerebro emocional toma el poder inmediatamente y produce reacciones emocionales como una defensa pro-supervivencia, lo que se denomina downshifting. Esto impide que el cerebro racional trabaje eficazmente y las emociones no se pueden controlar a menos que nuestra inteligencia emocional las moldee. 

Respuestas del cerebro ante una amaneza / camino racional y camino emocional

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